9 de agosto de 2016

Alimento para los buitres (XV)

—¡Mira! —exclamo mientras arrojo sobre tus piernas un pedazo del periódico local—. Aún tienes motivos para la esperanza: «Desesperados, amigos y familiares colaboran con los Mossos d’Esquadra en la búsqueda de pistas que puedan ayudar a localizar su paradero». Y sin faltas de ortografía, que en este panfleto eso es sorprendente. ¿Crees que te reconocerían? Quiero decir, si enviara una fotografía de tu estado actual a toda esa gente que tanto te quiere, ¿sabrían que eres tú? En quince semanas has cambiado una barbaridad. ¡No! Haremos algo mejor, grabaremos un vídeo, como en Tesis. Y te presentas. Y les explicas, con tu voz y tus palabras, por qué estás así. Aquí. Conmigo. Y si te duermes frente a la cámara, de agotamiento, de dolor, de lo que sea, te cachetearé la cara con tu amiga la mandingo, que sé que te gusta. Si me muerdes porque crees que sin la mordaza eres un poco más libre, además de reírme, te arrancaré los dientes con aquellas tenazas. Y si mientes… —sonrío mientras hago sonar una cajita de Viagra—, adiós maracas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja tu maullido.